EL VERDADERO PROPÓSITO DE LA DISCIPLINA
Martes,
24 de junio de 2025.
Texto bíblico:
Le
basta a tal persona esta reprensión hecha por muchos; así que, al contrario,
vosotros más bien debéis perdonarle y consolarle, para que no sea consumido de
demasiada tristeza. Por lo cual os ruego que confirméis el amor para con él. 2ª
Corintios 2:6-8
Reflexión:
La
disciplina cumple con el propósito de conseguir errores con el fin de mejorar o
cambiar hábitos perjudiciales, aunque tenemos que admitir que ésta tiene muy
mala fama y se considera como una herramienta represiva e incluso se utiliza
mal perdiendo así su efectividad. Por eso aquí, en este pasaje se hace
necesario que Pablo corrija la severidad en el trato que había recibido esta
persona. La razón es que toda corrección tiene como objetivo restaurar al caído
y ayudarlo a volver a caminar de la manera adecuada y beneficiosa para él.
Existe
en nosotros, sin embargo, la tendencia de acompañar nuestros esfuerzos por
disciplinar con una buena dosis de ira o rencor. ¿Cuántas veces, como padres,
hemos sido excesivamente duros con nuestros hijos, porque no actuamos en el
momento indicado? Nuestra paciencia no fue paciencia sino negligencia, y
permitió que se acumularan sentimientos de saciedad y rabia. Cuando llega el
momento de corregir, lo usamos también para descargar todo nuestro disgusto
sobre nuestro hijo. La presencia de estos elementos anula el beneficio de la
disciplina porque utiliza un espíritu incorrecto.
De
la misma manera, en otros ámbitos la disciplina frecuentemente es prolongada
por un espíritu de dureza hacia el infractor. Se les somete a humillaciones
innecesarias y muchos optan por tener el menor contacto posible con esa
persona. No obstante, la disciplina es una experiencia sumamente positiva para
la vida de los que anhelan un adecuado crecimiento como persona. Por medio de ella
podemos ser corregidos y encaminados correctamente, y quisiera recordar que la
vara que se le adjunta a un árbol plantado, no es para golpearlo, es holgada no
oprime, pues su propósito en marcarle una dirección y guía hacia un correcto
crecimiento. También debemos admitir que es algo sumamente desagradable; no nos
gusta ser disciplinados, pero cuando la disciplina se realiza con un espíritu
incorrecto, pierde el objetivo de edificar y destruye. Nos puede producir
tristeza y desconsuelo que, de prolongarse, podría tener repercusiones serias,
dañando nuestro estado emocional, produciéndonos el efecto totalmente contrario
al deseado. Sabiendo esto, Pablo anima a que no “carguen” con demasiada
tristeza a la persona disciplinada. El deseo es que la persona no sea enterrada
y hundida por nuestra actuación, porque la disciplina perdería su sentido.
Descubramos que nos mueve a corregir a alguien, llamarle la atención, disciplinarlo o amonestarlo, llámalo de la forma que quieras, pero antes de proceder seamos sinceros y preguntémonos que sentimos por esa persona, podremos determinar si en realidad deseamos que mejore en lo personal, que haga las cosas correctamente para su bienestar y el de todos o simplemente es un asunto de imposición, para exigir que reconozcan nuestra autoridad y en el peor de los casos solo para humillar y satisfacción propia, pasando de ser un acto de amor o convertirse en tiranía. En lugar de esto Pablo anima a “reafirmar el amor” hacia la persona que se ha equivocado en su actuación o pensamiento. El poder que más transforma la vida de otros es el que proviene del amor. La disciplina corrige, pero es el amor el que cala hondo en el corazón y lo abre a las experiencias transformadoras.
Oración:
padre
Dios, te damos gracias por este nuevo día y por esta palabra. Bendícenos y permítenos
ser las personas que tu quieres que seamos. Te entregamos hoy nuestras vidas,
entendiendo que tenemos una mala perspectiva de la disciplina, ayúdanos a
disciplinar en amor, y a entender que toda disciplina que viene de ti es con el
propósito de llevarnos a ser la mejor versión de nosotros. Bendice señor este día
y quédate con nosotros en el nombre de tu hijo Jesucristo. amen
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