Y SERÁS BIENAVENTURADO EN TODO
Viernes, 20 de
junio de 2025.
“Pero el que mira atentamente a la perfecta ley, la
de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor
de la obra, este será bienaventurado en lo que hace.”
Santiago
1:25
Reflexión:
El apóstol
Santiago nos da las claves para no convertirnos en oidores olvidadizos. La
frase describe con admirable sencillez la condición de no poder retener la
información que guía la conducta o el proceder en la vida. Esto puede tratarse
de algo tan sencillo como llegar a un cuarto y no poder recordar por qué razón
se fue a él, o algo mucho más complejo, como la pérdida de memoria producto de
enfermedades tan temibles como el Alzheimer. Para los efectos, los resultados
son los mismos, pues uno queda desorientado y no sabe cómo proceder.
Del mismo modo
se podría describir a la persona que no retiene la Palabra de Dios. Se regocija
con la proclamación de la misma, pero no le da ninguna utilidad en su vida
personal. Al igual que el exceso de maná recogido por los israelitas en el
desierto, la Palabra se “echa a perder” y rápidamente queda olvidada. No
debemos desesperar por esta condición, tan común en estos tiempos en que
estamos sobresaturados de la Palabra.
Santiago nos da
claras instrucciones para llegar a ser bienaventurados en TODO lo que hacemos.
Esas mayúsculas no están en el texto por error, sino para que recordemos que el
que vive la Palabra tiene promesa de bendición, y bendición “en abundancia”, como
afirmó Cristo. No debe confundirse esto con una vida sin problemas, que es la
interpretación fácil del texto. Dios promete respaldar la vida de aquellos que
viven conforme a sus designios, aun cuando les toque transitar por situaciones
de extrema dificultad.
Asimismo, no se
nos debe escapar que esta bienaventuranza alcanza a los que hacen, no a los que
oyen, estudian o memorizan la Palabra de Dios. Existe una gran diferencia entre
el ejercicio intelectual que implican estas últimas opciones y el esmero que es
condición indispensable de la primera.
¿Cuáles son
estas instrucciones de Santiago?
En primer
lugar, debemos mirar
“atentamente” a la ley perfecta. Esta actitud indica una concentración de los
sentidos que no puede lograrse con una lectura superficial del texto. Es el
fruto de la convicción de que los tesoros más preciosos de la Palabra están al
alcance de aquellos que realmente están dispuestos a buscarlos, esperando la
revelación del Espíritu. Presupone el deseo de ocuparse con seriedad de la
lectura de sus mandamientos.
En segundo
lugar, Santiago exhorta
a perseverar en ella, siendo un “hacedor de la obra”. ¿A qué obra se refiere?
Precisamente a la que resulta del estudio de la Palabra.
Aplicación:
Dios no entrega
su verdad para informar ni entretener, sino más bien para orientar hacia una
acción concreta. El resultado del estudio será que nos mueva a hacer algo.
Solamente aquellos que obedecen ese impulso divino alcanzarán la plenitud de la
bendición, pues la obediencia desata el respaldo del Altísimo.
Oración:
Señor, enséñanos a guardar tu Palabra en nuestro corazón. Queremos retenerla y ponerla por obra. Entendemos que solo así seremos verdaderamente bienaventurados. Gracias, Padre, porque por medio de tu Santo Espíritu plasmas tu Palabra en nuestro corazón con tinta indeleble, para que nunca se borre y podamos así ser esa clase de hijos que tú quieres que seamos. Amén.
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