SOLO CONFÍA EN SUS PROMESAS
Miércoles,
25 de junio de 2025.
Texto bíblico:
Nadie te podrá hacer
frente en todos los días de tu vida. Así como estuve con Moisés, estaré
contigo; no te dejaré ni te abandonaré… ¿No te lo he ordenado yo? ¡Sé fuerte y
valiente! No temas ni te acobardes, porque el Señor tu Dios estará contigo
dondequiera que vayas. Josué
1.5, 9 (LBLA)
Reflexión:
Permíteme
hacerte una pregunta. ¿Apostarías tu futuro en base a una promesa? Había
llegado el momento en que Josué debía asumir la responsabilidad de conducir al
pueblo de Israel. Reemplazaba, nada más ni nada menos, que al gran profeta
Moisés. Le esperaba un difícil camino por delante, y Josué seguramente no se
hacía ilusiones acerca de esto. Cuando Dios le decía que había estado con
Moisés, se le vendrían a la mente las incontables veces que habían visto la
poderosa mano de Yahvé obrando a su favor. Pero no cabe duda que también
tendría presente la multitud de obstáculos, dificultades y contratiempos que
los acompañó durante cuarenta años en el desierto. Para animarle el corazón, el
Señor le da una promesa: “El Señor tu Dios estará contigo dondequiera que
vayas.”
Una
promesa posee extraordinarios poderes para motivar, porque pone delante de
nosotros una esperanza que nos anima el corazón y alimenta nuestra imaginación
acerca de cosas futuras. Cuando la recibimos tendemos a atesorarla en nuestro
interior creyendo, contra viento y marea, en el cumplimiento de aquello que se
ha anunciado por adelantado. Una promesa, sin embargo, no tiene poder alguno al
menos que decidamos creerla.
Tristemente,
para muchos, la vida es una suma de promesas no cumplidas. En algunos casos
esto comenzó ya de muy pequeños, con palabras que los propios padres nunca
cumplieron. Más adelante, se sumaron parientes, amigos y personas cercanas a
nuestro entorno que agregaron su propia cuota de compromisos no cumplidos. Ya
de adultos, experimentamos el aluvión de promesas que vienen de empresas,
políticos y gobernantes, que pretenden convencernos que viven solamente para
atender nuestras necesidades. Inevitablemente viene, con el pasar de los años,
cierta desconfianza de quienes han escuchado, en muchas oportunidades, promesas
que no son más que palabras huecas.
¡He
aquí nuestro dilema! La vida espiritual que Dios nos propone requiere, como
elemento indispensable para su desarrollo, que creamos las promesas que Él nos
da. El apóstol Pedro declara que “Dios nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por
ellas lleguéis a ser participantes de la naturaleza divina” 2ª Pedro 1.3–4. De modo que la
promesa es una parte esencial del plan de Dios.
Precisamente
por esta razón el Señor le dice a Josué: “¡Se fuerte y valiente! No temas ni te
acobardes…” Frente a circunstancias particularmente difíciles en la vida, es
fácil creer que hemos sido olvidados. Si le sumamos nuestras reiteradas
desilusiones ¿cómo no hemos de vivir atemorizados? El temor, no obstante, nos
paraliza. No permite que cultivemos esa convicción atrevida que es una
característica esencial de los que eligen creer las declaraciones de Dios. Y si
no le creemos, sus promesas no tienen eficacia en nuestras vidas.
Aplicación:
Nuestro
desafío es ser valientes para no creer las mentiras que indudablemente aparecen
en tiempos de crisis. Para triunfar debemos escoger la total confianza en las
promesas que Dios ha hecho a nuestro favor; y Él, a su vez, ¡nos respaldará!
Oración:
padre de la gloria gracias te damos señor por tu palabra, queremos pedirte señor que seas tu hablando a nuestros corazones por medio de tu palabra, danos una promesa de vida para que podamos descansar en ella, sabiendo que tu eres fiel, que cumples tu palabra, bendícenos señor en este día y quédate con nosotros en el dulce nombre de tu hijo Jesucristo. AMEN
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